Creta, 1541 – Toledo, 1614
Manierismo
- El Greco
Felipe II le encargaría para El Escorial las pinturas «El sueño de Felipe II» (1579) y «El martirio de San Mauricio«(1582), este último y famoso cuadro fue rechazado por el monarca y sustituído por una obra de Rómulo Cincinato. La amargura de la pérdida del favor real conduce al Greco hacia la ciudad de Toledo en la que se afincará definitivamente y en la que alcanzará un elevado prestigio y fama trabajando para iglesias, conventos y particulares.
En los múltiples encargos de obras religosas que recibe, El Greco construye un mundo de formas en los que la riqueza de arbitrario colorido, lleno de vivos matices (vibrantes amarillos verdosos, fuertes rojos anaranjados, grises azulados…), es uno de los principales elementos de su estilo, junto con la pincelada emborronada, de gran capacidad técnica, para lograr un acabado espontáneo. Sus figuras alargadas, sinuosas y retorcidas, con complicados escorzos y composiciones en las que los contornos no llegan a una clara definición, se sitúan en un espacio de nubes, donde cada figura parece tener su propia luz interior, que bien parecen más creaciones del interior de la mente, almas que reciben la luz divina, a meros rostros asomados en simples retratos. Estas sensaciones las reforzará mediante el uso de detalles realistas que certificarán la distancia con la realidad natural.
Uno de sus cuadros más conocidos y que mejor expresará el embiente español de la época de Felipe II será «El entierro del Conde de Orgaz«, encargado para la Iglesia de Santo Tomé de Toledo. Sin duda será uno de los mejores retratos colectivos del Renacimiento plasmado en una síntesis única entre lo sagrado y lo profano. Esta pintura será una magnífica ilustración de uno de los temas importantes de la Contrarreforma: el papel de los santos y el valor de las buenas obras. Desde una perspectiva formal destaca cómo El Greco utilizó dos manieras, dos técnicas en el tratamiento de las zonas en las que se divide este cuadro famoso: el que de foma concisa representa la parte inferior o de tierra, frente a una técnica suelta, ligera y expresiva en la parte superior, la celestial. De igual forma se apreciará con frecuencia en numeros cuadros del Greco la utilización de estos dos modos, según se trate de retratos o composiciones religiosas.
En sus últimas pinturas, «Cristo crucificado con un paisaje al fondo«, «La Visitación«, «El quinto sello del Apocalípsis» o «El Laoconte«, El Greco nos llevará a la expectación de una pintura que resalta por la genial utilización del dibujo y color, del naturalismo y la abstracción que le hace ser olvidado posteriormente y valorado en estos últimos siglos por corrientes como el expresionismo y el fauvismo, que si bien destacan los aspectos puramente pictóricos del Greco, mantienen alejada de nosotros la comprensión completa de su pintura.
La ciudad de Toledo en el IV centenario de la muerte del artista le rinde un merecido homenaje con diversas exposiciones, seminarios, actividades culturales… El Greco 2014 bien podría decirse que es un justo tributo a la figura de un pintor que, buscando un futuro en España, nos regaló con su mejor legado artístico infinitas obras que, gracias a la contribución de distintos museos nacionales e internacionales y colecciones particulares, pueden recogerse para ser deleitadas en la ciudad imperial de Toledo.